La Legislatura Porteña aprobó una modificación en el Código de Tránsito y Transporte, que permitirá la reserva de espacios en la vía pública. De esta manera los vecinos podrán pintar de amarillo el cordón del frente de sus casas para visibilizarlo, de manera de impedir que se ocupen las entradas y accesos de propiedades particulares.
El legislador del GEN, Sergio Abrevaya fue quien impulsó la iniciativa, que conto con el aval de cincuenta y tres de sus colegas.
De acuerdo al cambio de la regulación, la tarea que deberá ser llevada a cabo por el frentista, deberá cumplir con una serie de características: “Serán dos líneas de un metro y medio de largo perpendiculares al cordón, ubicadas medio metro de cada lado del ancho de la entrada. Las líneas deberán ser de trazo continuo, amarillas y de 0,10 metros de ancho. Se prohíbe categóricamente el estacionamiento entre ellas”.
Entre los fundamentos de la medida, se destacan la innumerable cantidad de quejas y denuncias por rodados mal estacionados sobre entradas y salidas particulares.
.
Un poco de historia
La práctica del cordón de la vereda de color amarillo se venía realizando de manera espontanea. En noviembre de 2015 se había aprobado una modificación del mismo Código y penaba a aquellos que se animaban a colorear los cordones de la vereda sin autorización oficial. Dicho cambio expresaba que “sólo el Gobierno de la Ciudad puede ordenar el pintado de cordones”, mediante el dictado del acto administrativo correspondiente. El pintado de los mismos sin esa autorización constituye una infracción sancionada de acuerdo al Régimen de Faltas de la Ciudad, sin perjuicio de la asunción de los costos que demande su remoción por parte o a costa del infractor o de quien deba responder por él”.
En tanto, otra ley sancionada en 2011 castigaba con fuertes multas a quienes colocaban caños u otros elementos para reservar su lugar para estacionar. Sin embargo, como la paciencia no abunda, poco importaron los límites indicados por las autoridades.
Aprender a respetar las leyes y a convivir, dos desafíos pendientes…
